jueves, 18 de septiembre de 2008

LICENCIADOS

Suele suceder cuando uno es postulante para un empleo, o es propuesto para un ascenso: alguien decide tras bambalinas que debemos someternos a un test psicotécnico. Es entonces inevitable concurrir en horas no laborales (mi tiempo, tu tiempo) al consultorio de un profesional del ramo, vamos, un psicólogo. La rutina del acto en cuestión es más o menos conocida, se debe dibujar figuras designadas por el profesional, contar historias, describir la propia familia, si la hay, explicar qué es tal o cual cosa, identificar una figuras en tanto el psicólogo o psicóloga toma algunas notas o completa el sudoku, nunca lo sabremos, da igual. Y esto no es lo importante, no, qué va, si dibujar casitas no es una ciencia, no. El asunto es que el licenciado/a en cuestión es portador de las herramientas, en este caso armas, para identificar conductas que con todo derecho queremos ocultar, porque pertenecen a nuestra intimidad, y nadie nos preguntó si queríamos contarlas a terceros, a perfectos desconocidos diplomados en hurgar subconcientes para contarle a nuestro empleador que tenemos tendencias homosexuales, que somos larvadamente violentos, irasciblemente desconfiados, propensos a la depresión, que odiamos a nuestro padre, que nos concentramos poco y mal, que nos rechiflamos fácilmente si nos quieren jorobar, que tenemos tendencia a la infidelidad, o que somos unos pobres infelices capaces de tolerar cualquier humillación con tal de conseguir el puesto o el ascenso. Lo que se dice, el profesional de marras, por unos dineros, le irá con buena información al señor o la empresa que nos explotará, o decidirá no hacerlo, sin aclararnos que lo va a hacer. Amparado todo esto por un diploma colgado en la pared, donde constará su egreso de una casa de altos estudios pública o privada como licenciados. ¿Quien les dió licencia para informar? Nada, poca cosa, que semejantes cretinos operan libremente batiendo la cana de nuestra privacidad, como el médico que le toma la presión al torturado. Porquería de gente, Freud bendito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Carlos Rigoberto Rodriguez Garqueta propone el Garca-Test para entrar en su taller de costura clandestino en el Bajo Flores (nueva sucursal).

1- ¿Pretende perder tiempo almorzando al mediodía?

2- ¿Qué está dispuesto a entregar en pos de la estabilidad laboral?

3- ¿Qué piensa de la asamblea zurda de "La Alameda", sita en Directorio y Lacarra?

3- A la hora de la liquidación... ¿prefiere vaselina, grasa de pella o es machito y se la banca con saliva?

4- Ojo con esta:
Si ve un piso de parquet... ¿Qué piensa?
a- Qué lindo piso.
b- Le hace falta cera.
c- ¡Qué asadito me clavaría con esta leña!

Luego será evaluado y, producto de una prolija disecación, se decidirá si ud. puede ingresar a la cinta transportadora.

RRRRROOOOOCCCCCKKKKKK````RRROOOLLLL NNNEEENNNEEE...!!!!!!!