martes, 25 de noviembre de 2008

IDEOLOGIA

Transcurren sus días odiando. ¿Por qué el portero del edificio tiene cable y computadora, igual que el PROPIETARIO del 2do. B? No quieren igualdad, no se conduelen, no se apiadan. Es necesario para su disfrute que alguien no tenga aquello que ellos poseen. Si es posible que mucha gente no lo posea, y si es más posible aún, que los que no lo posean, sean negros. Pero no negros como Obama, que están de moda, democráticos, buenos y progresistas, negros claritos, casi blancos; no, negros autóctonos, cabecitas negras, de ésos que trajo Perón. Los negros no reclaman sus derechos laborales: se abusan de los pobres empresarios. Los negros no piensan, son llevados de las narices por los punteros políticos. Y encima, cobran subsidios, manga de vagos. No importa que la alícuota del IVA a las tarjetas de crédito haya sido un subsidio carísimo para el consumo del medio pelo, no. Está mal darle plata a los pobres, nada más. Odian a esos desarrapados que cortan un avenida por su derecho a vivir en la ciudad, pero aplaudieron y cacerolearon a los bien comidos que cortaron las rutas para provocar desabastecimiento, en defensa de una obscena transferencia de divisas desde los sectores medios y asalariados hacia los dueños de la tierra. Miran con horror a esos inmigrantes de países vecinos, de piel curtida y ojos sufridos, que buscan en nuestro país lo que otras clases dominantes le quitaron en los suyos, olvidando que son hijos de otros inmigrantes tan miserables, brutos y desesperados, que huyeron del hambre, pero, eso sí, eran europeos. Les caen gordos todos los ídolos deportivos populares, imperfectos, viscerales, equivocados, humanos, casi siempre oscuritos. Se espantan con cualquier derecho que haga la vida mejor a los humildes, pero disfrutan de sus privilegios en la cara de los necesitados. Se puede continuar con una lista larga de situaciones que muestran su odio, pero indigna demasiado, es preferible señalar que esas ideas son las que proliferan en la prensa escrita, radial y televisiva, en los modelos educativos, en la asfixiante publicidad comercial, en los deportes, la música, el cine, con incontables ejemplos. Es ésta la ideología del medio pelo porteño, la exclusión y el regocijo, el odio, producto del temor de que un día, sí, un día todas las voluntades oprimidas den a la política el rumbo necesario para empezar a tener patria.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

GUSTOS

Después de publicar el post sobre Riquelme, algunos amigos reclamaron sobre la supuesta injusticia de no haber tenido en cuenta a otros jugadores que según su gusto merecían ser al menos mencionados. Yo también considero esto una injusticia, y sin pretender hacer de este espacio una sucursal de Olé o de TyC Sport, voy a mencionar a otros futbolistas del medio local que me gratifican aunque jueguen en otro equipo que no sea el de mis amores. Empiezo por Fabiani, que no está gordo, sino que tiene la cintura rodeada de talento, la soledad del Rolfi Montenegro en el peor Independiente que ví en años, Jairo Castillo, que nos pintó la cara en Mendoza, Leone de San Martín de Tucumán, y el wing de los tucumanos, pucha, que no me acuerdo cómo se llama, y de Jujuy, el pelado bajito, Carranza rápido y preciso, Capurro, de Colón; el gran goleador de primera división, el Pepe Sand, que hace goles de todos los colores. Si uno va por La Plata, no se puede ignorar a la Brujita Verón, que aunque no caiga simpático, sabe qué hacer con la pelota en los pies, como Marianito Messera en Gimnasia, y aunque no tenga todos los pitufos en la aldea, mis respetos para el Gato Sessa. En Banfield, Bertolo lleva el fútbol por donde le toque jugar, izquierda o derecha; si juega el Globo, hay que ver a Leo Díaz, y a un pibe que se llama Pastore y juega adelante muy bien, fijate si vas por Victoria, Morel, Altobelli, Castaño, y varios más. Los cuervos tienen en Adrián González a un lateral hábil y generoso, de buena pegada, junto al Cuqui Silvera, uno de los delanteros más finos e inteligentes que ví, sin contar a Ledesma, y al Burrito Rivero, que nunca baja los brazos. En Central juega Ezequiel González, que aunque no sea su mejor campeonato, entiende el juego, y el amor a la camiseta del Kily González me emociona por más que lo odie como rival. Papu Gómez te da la pelota redonda cualquiera sea la cancha en la que juega, junto a todos los siempre bien dispuestos compañeros que tiene; es difícil reconocer jugadores en Argentinos, en general, todos juegan bien, tienen criterio para el pase, y para mostrarse para jugar. En Vélez no resalta una figura, pero hago una salvedad, tienen un técnico que sabe mucho, es un tipo decente que no vende buzones y que seguirá tratando de hacer jugar bien a la escuadra de Villa Luro. Los jóvenes valores de la Academia ponen mucho domingo a domingo, pero a decir verdad, no he visto demasiado a este equipo. Párrafo aparte merece River Plate, tu grato nombre, donde los que juegan se olvidaron, los que dirigen fracasan, y no hay nadie que nos recuerde al Enzo, al Muñeco, y ni que hablar, al Beto Alonso, pero ya pasará. Ya sé, toda selección es polémica, y ésta no quiere ofender a nadie, seguro que me quedó corta, pero la hice pensando en los jugadores que usan los pies para jugar el fútbol con lo que se debe. Con la cabeza.

FE

Vivo en Almagro. No me gusta comentar sobre mi vida o mi experiencia personal, pero en este caso sirve para ilustrar. Paso todos, o casi todos, los días por la vereda del templo de la calle Corrientes, donde una vez los vecinos tuvimos el mercado de las flores. Desalojado éste durante la gestión de Anibal Ibarra/Jorge Telerman, ocupo su lugar por vaya a saber por qué dineros un templo evangelista, de pastores brasileños, prósperos, pulcros y atildados. El pastor que orienta esta iglesia nos guía también televisivamente por el canal América, pero es más interesante ver a sus acólitos vestidos de traje, con el cabello de corte policial o de custodio, con comunicadores, o telefonitos pegados a las orejas, mientras observan la vereda del templo donde algunos fieles entregan folletería selectivamente, buscando la ropa humilde, la pobreza o la desesperanza. En la misma vereda, vendedores de alimentos acuden a los aledaños de la fe para llevar un peso a casa a costa de tortas fritas, sandwiches o pastelitos, pero no precisamente frente al templo, sino en las proximidades, para no manchar su magnificencia. Completan el cuadro los humildes fieles que, presas de la desesperación espiritual y material, acuden en busca de consuelo a sus penas, miserias y necesidades, con sus ropas recompuestas mil veces, las manos endurecidas, las caras curtidas, las barrigas hinchadas de endémica mala alimentación, los ojos opacos, la sonrisa triste, la alegría humilde, el paso cansino, el ansia de algo mejor para sus vidas, dispuestos dejar lo poco que tienen por un paraíso, una salvación, un futuro, otra vida después de ésta, dejando en manos del líder de su fe sus escasos, escasísimos bienes materiales. Mujeres ajadas, hombres heridos de malos trabajos, jóvenes desempleados, pibitas endomingadas de pobreza, deseosos todos de una buena que los saque del pozo. Y en el templo, el negocio brillante de los inescrupulosos, los explotadores de la miseria, la ignorancia, el olvido, el abandono, y la repugnante avidez de los mercaderes que lejos de ser expulsados del templo, han erigido uno.
Soy un hombre respetuoso de la fe, pero ver todos los días el engaño me está empezando a hacer mal. Sinceramente, me está empezando a hacer mal.

martes, 11 de noviembre de 2008

ARTISTAS

El director de la orquesta tal vez fue el músico más revolucionario que ha tenido el tango. Brillante al ejecutar el bandoneón, compositor audaz, creador consecuente, una adelantado a su tiempo. Una gira por el exterior lo llevó a París, para exhibir su música cuando corrían los criminales tiempos de la dictadura de Videla; allí lo contactó personal de la embajada argentina para que firmara una declaración de apoyo al gobierno militar y a la vez denunciando una campaña antiargentina en el exterior. El gran músico ordenó a los integrantes de su orquesta que firmaran la solicitada que requerían los esbirros del almirante Massera. Pero una de ellos se negó. Fue amenazado con dejar la orquesta, pero se mantuvo en sus principios y no firmó. Quedó anclado en París. Tomás Gubitsch tuvo la rebeldía de negarse a obedecer, y pagó el precio alto de tener que abandonar la Orquesta de Astor Piazzolla. Tommy Gubitsch, el guitarrista que formó parte de Invisible en el disco El Jardín de los Presentes, tuvo bien claro qué es ser oficialista.
Cuando el infame pasquín que dirige Fontevecchia publica una lista negra de artistas "oficialistas" y los estúpidos y malvados salen a mentir indignación y a regodearse con una falacia que no resiste el menor análisis, cuando otros artistas, obedientes con los dictados de las multinacionales de la música, la radio y la tevé, apuntan con el dedo a aquellos a quienes miserables como el director de Noticias les endilga el mote de oficialistas ocultando que fueron las voces que no callaron ante dictaduras ni listas negras, digo, es mejor recordar a Tommy y su dignidad. Y de paso, si la bronca no termina de pasar, escuchar su solo en Alarma entre los Angeles, del disco citado, para comprender la belleza de su música, y entender su actitud.

sábado, 1 de noviembre de 2008

GESTOS

El conductor revolea los ojitos claros y esboza una sonrisa. Acaba de mencionar un asunto de dominio público, del que todos hemos oído pero que no conocemos en profundidad. Entonces, su gesto es un editorial. Descalifica al personaje implicado: su gesto puede decir "es mentira", "es un ladrón", "es maricón", cualquiera de la posibilidades que como televidentes entrenados sabemos identificar. El lo sabe y así hace su programa, de importante rating, formando opinión política y social, cosa que negará si se lo preguntan, pero que bien sabe. También lo hará en su programa de radio, el más importante de la mañana, donde hay menos guiños, pero más palabras. Así el conductor de los ojitos claros seguirá siendo el refrente ideológico de otra generación más, nos seguirá entreteniendo y educando desde la pantalla y el auricular, aunque lo niegue, aunque haga como que no le importa.