lunes, 20 de abril de 2009

BARES

Uno de los grandes placeres de los porteños, entre otros placeres menores, es el de perder el tiempo en un bar. Vicio acosado por la vida moderna que exige el respeto por el horario como un análisis de sangre, persiste como una tradición entrañable a pesar de las difíciles condiciones en que se lleva a cabo. En primer lugar, conseguir un lugar que nos agrade o al menos se pueda tolerar. Que quede cerca, o que quede lejos, según quiera uno acercarse o alejarse. Que el mozo entienda el gesto de café y cortado, de traer la cuenta, del pacto de silencio sellado con el parroquiano. Si uno fuma, ya de por sí es muy difícil conseguir un lugar para fumadores; fumar es casi un delito. Y si así y todo, lo hallamos, seguro que tiene televisor. Se me dirá "numerosos concurrentes a estos sitios prefieren ver un partido de fútbol". Muy bien, no me molesta. Pero ¿es necesario que, en tanto que no se juega ningún partido, el televisor sintonice TN, el brazo noticioso armado del monopolio mediático de los Noble Magnetto? ¿hay que escuchar la sarta de porquerías que por esa onda se emiten con el rótulo de noticias? ¿es preciso ver y oír que el apocalipsis se avecina si no reflexionamos y entregamos nuestro voto a los bienhechores coristas del poder económico? No, seguro que no. Pero en cada bar, ya sea en el centro o en el barrio más alejado, el pulpo televisivo de la Ernestina nos acosará para mostrarnos lo mal que va todo, para impedirnos pensar, para ser la medida de la realidad, ninguneando todo hecho que demuestre su error o complicidad con los poderosos, para deleite de los porteños quejosos y ahítos, que se lamentan relamiéndose, que sufren las vicisitudes de los satisfechos, que protestan por tener que compartir.
Y así se hace arduo el placer de mirar la vida pasar por la ventana, contemplación interrumpida por la imágines prolijamente editadas de los constructores de la verdad.
Cabe sospechar que, o los dueños de los bares son sádicos irremediables, o alguien debe sobornarlos para exhibir uno y varios televisores con la programación tendenciosa de TN.

3 comentarios:

Luis Quijote dijo...

Nota nostálgica, si las hay...
Lo de fumar, es también una forma de discriminación.
Se pretende legalizar el aborto, el consumo de ciertas substancias, la mano dura, la pena de muerte, pero al fumador se lo persigue; a pesar que la contaminación del medio ambiente tiene otras razones.
El televisor suele mostrar imágenes sin sonido, el que es reemplazado por música foránea a alto volumen.

- "Televicio...
- La mejor program
ácio" ·Les Luthiers·

Fernando Terreno dijo...

Leo:
Como por algún lado hay que empezar, donde se pueda hay que pedir que lo apaguen o cambien el canal por otro (¡¿cuál?!).
Mirá, te cuento la experiencia de mi mujer cuando pide un radio taxi, antes pedía "no fumador" y le enviaban uno con un chofer que no fumaba. Ahora pide "no fumador y que no escuche radio 10". Como está aclarado de movida calavera no chilla y escuchan cualquier otra o la apaga.
¡Que necesaria es la ley de medios audiovisuales!
Un abrazo
Fernando

Fernando Terreno dijo...

Leo:
Me olvidaba de esto. Peor me pasa a mi cuando voy al subte y me tengo que aguantar a Mauricito con su casete... y para colmo ha dejado llenar las paredes con tanta publicidad, que desde algunos vagones ya NO SE VE EL NOMBRE DE LAS ESTACIONES.
Fernando