jueves, 20 de agosto de 2009

PATRONES

La señora decidió tener su propia fuentes de ingresos. Harta de lidiar con sus hijos y de perder el tiempo con sus amigas, consiguió el más blando de los créditos: que su marido, cirujano, le diera el dinero para poner un negocio. Un negocio con toda la onda, rebien decorado, con lo último de los último en su rubro, pintado a full, con muebles hechos a medida. Empleadas, sí, empleadas con experiencia, con proyecto de buen sueldo, uniforme, bueno, remera y delantal, pero de diseño. No importa la falta de experiencia como comerciante, ni la compra de mercadería innecesaria, ni haber elegido un local en una zona que no daba. Mucha familia todo el día vigilando a las empleadas, revisarle las carteras cuando se van, porque se pueden robar algo.
Pero el negocio no da. Y el cirujano le pone los puntos: estás tirando mi plata. Entonces, ella decide solucionar el asunto: despide a una empleada.
Lo que puesto en palabras parece una anécdota sin importancia, tiene un sentido político: es así como una clase social resuelve su crisis: trasladando el costo a otra clase social. Incapaces de considerar otra solución que les implique algún sacrificio, sin correr ningún riesgo, estos caceroleros de plazo fijo y defensa de la soja, sólo atinan a proteger sus bienes y que los empleados paguen los costos de sus desatinos con su empleo y sus salario. Con su vida cotidiana, con sus sueños y sueñitos. Mientras estas patronales Pymes y Mypes reclaman por los altos impuestos, se asombran por las denuncias de la Iglesia Católica sobre la pobreza, y reclaman seguridad a lo Blumberg, siguen con su firme tarea de fabricar pobres, de trasladar los costos de su bienestar a las privaciones de quienes necesitan de un salario.
Así, miles de pibes, y no tan pibes, verán en épocas de crisis cómo se pierde su empleo a manos de la preservación de las 4 x 4, el barrio cerrado, el colegio privado, y demás símbolos del bienestar de quienes viven a costilla del trabajo de otros.
Así es como funciona.
Y sin dudas, son responsables de los que provocan.

4 comentarios:

Reinaldo Larroudé dijo...

Como vivencia cercana, está relatado en la novela: Las viudas de los jueves <=Clic, de Claudia Piñeiro.

Anónimo dijo...

En un todo de acuerdo, ¿puedo agregar mi firma a su nota?
Lo felicito.

Leo Carballo dijo...

Anónimo, firme todo lo que quiera, pero firme.
Larroudé, mis prejuicios me tiene prohibido leer un premio Clarín. Pero supongo que tanto a Piñeiro como a muchas otras personas se les puede haber ocurrido escribir sobrelo mismo.

Anónimo dijo...

Firmado
María V.