jueves, 4 de septiembre de 2008

ROÑA

La Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lanzó un plan de recolección de residuos para paliar la situación a la que hemos llevado a nuestro hábitat. No se de qué se trata, ni en qué consiste dicho plan, y no voy a sumarme ni a la crítica ni al elogio. Sólo voy a augurarle un estrepitoso, perdón, un nauseabundo fracaso.
No se si lo han evaluado, pero el habitante de estos lares no suele respetar las consignas de convivencia en lo que a la higiene se refiere. Se le pide que no saque los residuos fuera del horario estipulado, y los saca a cualquier hora. Que no arroje residuos en la vía pública, y la calles y veredas abundan en papeles, bolsas plásticas, restos de comida, botellas descartables, latas, demoliciones, muebles en desuso y desechos orgánicos insondables. Se les ruega que junten las heces de sus mascotas, y los barrios rezuman orines y caca de perro (¿que querés, que haga en el living? Y, sí, es tu perro, no el mío). La conclusión es fácil: los porteños son sucios. Y estúpidos,por añadidura, porque ¿a quién se le ocurre vivir entre la roña?

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