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miércoles, 2 de septiembre de 2009

MIRADA

Han proliferado en la televisión de aire una serie de programas que se autodenominan de investigación: en ellos se toma un caso, un tema escabroso, puede ser la violencia, la marginalidad, la prostitución, el delito, los inmigrantes de países vecinos, las drogas, en resumidas cuentas, la pobreza y sus habitantes de color morocho.
Calles Salvajes, La Liga, Polícías en Acción, Cárceles, incluso Zoom y CQC presentan informes para que el ciudadano bien pensante, progresista o conservador vea sin moverse de su sillón cómo es la vida de los no ciudadanos, no personas, no compatriotas, tal vez consumidores del último decil del mercado, casi humanos en exhibición. Razonando desde la lógica del biencriado, comido y educado, el notero periodista investigador nos hará ver la horrible vida de la morochitud que ya no sólo circunda la ciudadela del medio pelo, sino hasta se atreve a vivir en barrios sin nombre, en villas numeradas, en calles que los invisibilizan.
Veremos sus costumbres, hábitos y sobre todo, vicios, que el ojo televisivo enfatizará poniendo en duda sus derechos civiles y su capacidad de decidir a la hora de hablar de política, desacreditando la orientación de sus ideas, abonando en la teoría burguesa de que los oscuros de piel venden sus votos por prebendas miserables. Y así consolidan el esterotipo que habita en el pensamiento porteño, faro del prejucio político de izquierda y derecha, que considera a los pobres y necesitados como una masa despersonalizada sin encaje en la sociedad que se piensa asi misma como europea.
Hoy, que se abre para la comunicación visual una posibilidad cierta de democracia, es posible tener la esperanza de que en un futuro quienes se ocupen de investigar, y generar la programación televisiva que nos merecemos, tengan conciencia de la igualdad de derechos de todos los habitantes de la patria, y que su mirada no sea un paseo por el zoológico de las miserias, sino la herramienta de la construcción de una sociedad sin excluídos ni humillados.
La nueva Ley de Medios Audiovisuales encierra esta promesa.

lunes, 10 de agosto de 2009

OBEDIENTE

El sábado a la tarde, después del fútbol de veteranos entre River y San Lorenzo, TyC Sports, el canal de televisión dueño del fútbol, puso en el aire una emisión de su noticiero Sportia, dedicó extensos cuarenta y cinco minutos a un ¿reportaje? a Marcelo Bombau, titular de la empresa. Durente el mismo, el dueño del canal se dedicó a despotricar contra Julio Grondona, presidente dela Asociación del Futbol Argentino, y contra Néstor Kirchner, ex presidente de la Republica. En sus diatribas habló de un pacto, de lo mucho que paga su empresa a la AFA por los derechos, que el contrato expiraba en 2014, que tenía una copia del mismo con la firma de Grondona, Portel y Meizner, que el estado no podía meterse en el fútbol, es decir, toda la argumentación que un empresario que ve peligrar la gallina de los huevos de oro puede expresar.
A su lado, una empleada administrativa de su empresa pretendía ser periodista. No preguntó otra cosa que lo que evidentemente tenía ordenado. No repreguntó, por ejemplo, por quiénes son los integrantes del grupo multimedios al que pertenece Bombau con su canal. Ni por qué nadie puede emitir imagen alguna de los partidos antes de Fútbol de Primera. Y si le parecía que eso era libertad de prensa.
No, la empleada de Bombau que lo ¿entrevistaba? sólo acotaba que el estado no podía inmiscuirse (claro que no usó este término) en el futbol, que la FIFA así lo establecía, que no habían dialogado con la empresa, y daba pie a las declaraciones de su patrón, el que tampoco tenía mucha facilidad de palabra.
Me pregunto: ¿cuantos periodistas deportivos dirán algo en contra del monopolio del futbol? ¿habrá algún Alejandro Apo que diga lo que piensa aunque se quede sin trabajo? y por último, cuando a la conductora de Sportia le pregunten por su profesión, ¿dirá periodista o empleada administrativa?

lunes, 20 de abril de 2009

BARES

Uno de los grandes placeres de los porteños, entre otros placeres menores, es el de perder el tiempo en un bar. Vicio acosado por la vida moderna que exige el respeto por el horario como un análisis de sangre, persiste como una tradición entrañable a pesar de las difíciles condiciones en que se lleva a cabo. En primer lugar, conseguir un lugar que nos agrade o al menos se pueda tolerar. Que quede cerca, o que quede lejos, según quiera uno acercarse o alejarse. Que el mozo entienda el gesto de café y cortado, de traer la cuenta, del pacto de silencio sellado con el parroquiano. Si uno fuma, ya de por sí es muy difícil conseguir un lugar para fumadores; fumar es casi un delito. Y si así y todo, lo hallamos, seguro que tiene televisor. Se me dirá "numerosos concurrentes a estos sitios prefieren ver un partido de fútbol". Muy bien, no me molesta. Pero ¿es necesario que, en tanto que no se juega ningún partido, el televisor sintonice TN, el brazo noticioso armado del monopolio mediático de los Noble Magnetto? ¿hay que escuchar la sarta de porquerías que por esa onda se emiten con el rótulo de noticias? ¿es preciso ver y oír que el apocalipsis se avecina si no reflexionamos y entregamos nuestro voto a los bienhechores coristas del poder económico? No, seguro que no. Pero en cada bar, ya sea en el centro o en el barrio más alejado, el pulpo televisivo de la Ernestina nos acosará para mostrarnos lo mal que va todo, para impedirnos pensar, para ser la medida de la realidad, ninguneando todo hecho que demuestre su error o complicidad con los poderosos, para deleite de los porteños quejosos y ahítos, que se lamentan relamiéndose, que sufren las vicisitudes de los satisfechos, que protestan por tener que compartir.
Y así se hace arduo el placer de mirar la vida pasar por la ventana, contemplación interrumpida por la imágines prolijamente editadas de los constructores de la verdad.
Cabe sospechar que, o los dueños de los bares son sádicos irremediables, o alguien debe sobornarlos para exhibir uno y varios televisores con la programación tendenciosa de TN.

martes, 2 de diciembre de 2008

GOL

Ultimo momento. Diego Capussotto ha ganado una distinción en la repartija Clarín de favores. Pero lo suyo es justo. Es tan insoslayable que es justo, que se ganó la Figura del Año. El tipo que nos hacer reír, que no nos boludea, que hace de la televisión pública una herramienta de cultura popular auténtica, se lleva un premio que largamente merece. Es de esperar que se le sucedan los éxitos, para nuestro bien, el del buen gusto y el del buen humor, así hace de nuestra vida algo un poco mejor de lo que nosotros mismos hacemos. Y que la prosperidad sea con él de una buena vez, se lo deseo de todo corazón, yo, que a este insigne hincha de Racing Club todavía quisiera verlo hacer la marianela, aunque sea en la canchita del club SABER. De verdad, Grande Diego!!!!